Las principales corrientes de
la filosofía
El idealismo
existencialismo: Lista de los principales filosofía actual
Para darle un enfoque más transversal a
la filosofía, aquí están algunas de las principales corrientes filosóficas y
las principales escuelas de pensamiento. Lo que hay que recordar es que un
autor bien puede pertenecer a varias corrientes (por ejemplo, la fenomenología
existencialista de Sartre, marxista e individualista). Aquí la mayoría de las
principales escuelas de filosofía y una definición de cada corriente filosófica
(el existencialismo, el idealismo, el empirismo, …):
escuelas
generales de pensamiento:
– El empirismo: la doctrina de que todo
conocimiento proviene de la experiencia.
Ver la filosofía de Hume o la de Locke
– Racionalismo: Teoría que afirma
que la mente humana tiene principios o un conocimiento a priori, independiente
de la experiencia
Ver la filosofía de Descartes
– Idealismo: doctrina filosófica
que niega la existencia del mundo exterior, y lo reduce a las representaciones
de la subjetividad. De lo contrario, los idealistas piensan que el mundo no
existe sin un sujeto que pensar.
Ver las filosofías de Platón, Kant,
Hegel, Fichte,
– Positivismo: El principio del
positivismo es refutar el hombre un sentido metafísico, centrándose así en la
ciencia objetiva, las leyes de investigación.
Ver la filosofía de Augusto Comte
– Estoicismo: el estoicismo es
tanto una teoría del universo y una moral. la sabiduría estoica se define como
el conocimiento del Cosmos.
Ver la filosofía de Cicerón, Epicteto,
Marco Aurelio, Séneca, Sexto Empírico, Zeno
– El estructuralismo: Hay, por el
estructuralismo, estructuras para todas las actividades sociales, para
explicar. Por tanto, debemos ir más allá de los hechos empíricos.
Ver la filosofía de Levi-Strauss
La fenomenología: un estudio
descriptivo de un conjunto de fenómenos. Fenomenología procede de una crítica
de la metafísica clásica (empirismo y el idealismo a la vez), en un deseo de
volver a lo concreto. La fenomenología se define como una ciencia rigurosa de
las esencias.
Ver las filosofías de Husserl,
Merleau-Ponty, Sartre, Heidegger
Materialismo: La teoría materialista es una doctrina ontológica que no hay ninguna otra
sustancia que la materia. Por lo general, rechaza la existencia de Dios, el
alma, la vida futura. La conciencia sería un segundo fenómeno de relacionarse
con el material.
Ver las filosofías de
Epicuro y Marx
El existencialismo: el existencialismo es una filosofía del hombre (no una filosofía de las
ideas). Es una filosofía de vida que rechaza la precedencia de la esencia. El
existencialismo considera al hombre como un auto-producción libre, sólo en un
universo sin Dios. La filosofía existencial busca el significado metafísico del
hombre.
Ver las filosofías de
Pascal, Kierkegaard, Sartre, Camus,
Heidegger.
El escepticismo: El escepticismo es
una posición de rechazo. Negativa a pronunciarse sobre la existencia de
objetos. El juicio se suspende, la duda permanente.
Ver las filosofías de Diógenes Laercio,
Hume o Berkeley
El cinismo: el cinismo es ante todo
una doctrina moral, que es rechazar las convenciones sociales y morales
comúnmente aceptados. la vida cínica debe basarse en una virtud muy ascético.
Ver la filosofía de Diógenes
Romanticismo: Exaltación de la sensación de la naturaleza. Los nostalgia romántica
describen como la verdadera actitud de la conciencia humana, y fundó la teoría
de la naturaleza como un mediador entre el hombre y la divinidad, la nación
como fuente de acceso a la religiosa. También es rehabilitar los sentimientos,
la liberta
LA ONTOLOGIA
a ontología (del
griego antiguo ὄν —genitivo ὄντος—, 'ente'; y λόγος 'ciencia,
estudio, teoría') o metafísica
general es la rama de la filosofía que
estudia lo que hay, así como las relaciones entre los entes (por ejemplo,
la relación entre un universal —como el rojo— y un particular que
lo "tiene" —como esta manzana) o la relación entre un acto (como el
que Sócrates bebiera
la cicuta) y sus participantes (Sócrates y la cicuta).1
Algunas preguntas ontológicas son: ¿qué es la materia? ¿Qué es un proceso? ¿Qué es el espacio-tiempo?
¿Hay propiedades emergentes? ¿Se ajustan todos
los eventos a alguna(s) ley(es)? ¿Hay especies naturales? ¿Qué hace real a un objeto?
¿Hay causas finales? ¿Es real el azar?2
Muchas preguntas tradicionales de la filosofía se
pueden entender como preguntas ontológicas:1
¿Dios existe?
¿Existen entidades mentales, como ideas y pensamientos? ¿Existen entidades
abstractas, como los números? ¿Existen los universales?
En general, cada uno de estos «casos particulares» presenta un
problema distinto.4
Desde la segunda mitad del siglo XX, el naturalismo imperante ha determinado
que los debates metafísicos sean principalmente acerca de la existencia o no de
todo aquello que parece entrar en conflicto con la descripción del mundo
provista por las teorías científicas más exitosas.5
Esto se refleja en la elección de algunos de los casos que se mencionan a
continuación:
·
Entidades abstractas: Es ampliamente aceptado que las ideas se
conciben según se articulan por la cognición de cada individuo en una de dos
categorías: como entidades abstractas, o como entidades concretas.6
Los números,
los conjuntos y
los conceptos son
algunos ejemplos de entidades que intuitivamente clasificamos como abstractas,
mientras que el planeta Venus,
este árbol y aquella persona son ejemplos intuitivos de entidades concretas.
Sin embargo, todavía no existe un criterio aceptado para decidir cuándo una
entidad es abstracta y cuándo concreta, aparte de la intuición. Además, tampoco
existe acuerdo sobre si las entidades abstractas siquiera existen, y en caso de
que existan, sobre cuáles existen.7
·
Entidades del sentido común: Al encontrar una silla, ¿debemos
decir que lo que hay en el mundo es una silla? ¿O sería más correcto decir que
lo que hay, estrictamente hablando, es un montón de moléculas?
¿O quizás un montón de átomos?8
Este argumento se puede extender a muchas otras entidades del sentido común.
·
Universales: Los universales (también llamados propiedades,
atributos o cualidades) son los supuestos referentes de
los predicados como "verde", "áspero", "amigo" o
"insecto".9
La existencia de los universales se postula para justificar nuestra manera de
hablar acerca de los individuos. Así por ejemplo, estamos justificados en decir de
una planta que "es verde", porque la planta posee el universal verde, o alternativamente porque el
universal verde está
presente en la planta. Además, podemos decir de varias cosas que "son
todas verdes", porque el universal verde, siendo algo distinto de las cosas, está, sin embargo,
presente en todas ellas. El problema de los universales es acerca
de si los universales existen, y en caso de que así sea, cuál es su naturaleza:
si existen en las cosas (in re),
o independientemente de ellas (ante
rem), o en nuestra mente, por mencionar algunas posturas.10
·
Mente: Al abrir una cabeza, lo que vemos no es una mente, con pensamientos,
ideas y recuerdos, sino materia. ¿Será que lo mental es una ilusión, y que todo
lo que hoy describimos en términos mentales puede reducirse a los procesos físicos que
observa la ciencia? ¿O será que lo mental es algo efectivamente existente,
inmaterial e inobservable?5
Para un poco más de discusión, véase El problema mente-cuerpo.
·
Agujeros: A primera vista, los agujeros están "hechos
de nada".
¿Cómo es posible, pues, referirnos a ellos como si fueran objetos comunes?
¿Cómo es posible percibirlos? ¿Qué percibimos?11
Problema de los
universales[editar]
El problema de los universales involucra diferentes áreas
temáticas: la psicología cognitiva, la epistemología,
y la ontologia,
entre otros. El problema de los universales se refiere al modo en que
pensamos y percibimos, y cuáles son las realidades a ser conocidas.
Se puede ejemplificar el problema de los universales con la
siguiente pregunta: ¿es la idea de un río (un universal) más real que las
furiosas aguas del Río Meandro (un particular) en este momento? ¿Es menos real?
¿O diferentemente real? Puede representarse de la siguiente manera:
"Siendo individuales y singulares todos los seres que existen en la
naturaleza, ¿cómo puede ser verdadero el conocimiento que adquirimos por medio
de nuestras ideas, que sólo y siempre nos dan lo universal?"12
Problema mente-cuerpo[editar]
Diferentes enfoques para resolver el problema mente-cuerpo
En filosofía del espíritu y ciencia
cognitiva, el problema
mente-cuerpo es el problema de explicar la relación entre la mente (alma para
algunos autores) y la materia: cómo es que estados mentales o
subjetivos (ej. sensaciones, creencias, decisiones, recuerdos) explican a,
interactúan con, o bien supervienen de las sustancias y procesos del mundo de
objetos estudiado por la ciencia.13
Se trata por lo tanto de un problema ontológico;
mientras que el problema de otras mentes puede ser
entendido como su homólogo epistémico.
El problema fue descrito por René Descartes en
el siglo XVII, y por los filósofos aristotélicos,
en la filosofía de Avicena, y en las anteriores tradiciones asiáticas.141516
Una variedad de ontologías han sido propuestas; la mayoría de ellas dualistas
(como la cartesiana) o monistas. El dualismo sostiene
una distinción entre las esferas material y mental; pudiendo llegar a ser esta
última algo sobrenatural. El monismo sostiene que existe solo una
realidad, sustancia o esencia unificadora en cuyos términos todo puede ser
explicado.
El problema mente-cuerpo está estrechamente ligado a la intencionalidad,
la causalidad mental,
el problema difícil de la consciencia,
el del libre albedrío, el de la significación de
los símbolos, el de la identidad del individuo, el problema de otras mentes, etc.
La ausencia de un punto de interacción causal identificable entre la
mente no-física y su extensión física ha demostrado ser problemática para el
dualismo de sustancias, y muchos filósofos de la mente contemporáneos piensan
que la psique no es algo separado del cuerpo.1718
Las posturas no cartesianas y no idealistas también van ganando terreno en
círculos científicos. A esto ha ayudado el advenimiento de la sociobiología,
la computación, la psicología evolutiva, la revolución cognitiva y las evidencias de
la neurociencia que ponen de manifiesto la dependencia de
los fenómenos mentales en sustratos corporales.1920212223
Aun así, se considera que el problema mente-cuerpo sigue abierto y está lejos
de ser sepultado. En efecto, filósofos de corte materialista como David Chalmers y Colin McGinn advierten que algunas de
las preguntas planteadas podrían ser inasequibles a la explicación científica o
de cualquier otro tipo. Otros como Daniel Dennett dan
pronósticos más optimistas, sin dejar de reconocerlo en calidad de problema.
Etimología[
Ogdoas Scholastica (1606)
de Jacob Lorhard, el primer texto con la palabra «ontología».
El primero en usar la expresión «ontología» en sentido
filosófico fue el filósofo alemán Jacob Lorhard en
su obra Ogdoas Scholastica (1606)24
seguido de Rodolfo Goclenio en su obra Lexicon philosophicum, (Léxico Filosófico, en idioma
castellano), en el año 1613 con caracteres griegos.25
Se afirma allí que la ontología es la filosofía del ente.
Después de diversos usos y su paso a caracteres latinos, el
matemático y filósofo alemán Gottfried
Leibniz usó la expresión en su libro Introductio ad Encyclopaediam arcanam (1683)
y la define como «ciencia de lo que es y de la nada, del ente y del no ente, de
las cosas y de sus modos, de la sustancia y del accidente».
Ya como término técnico, es hallada en la obra Ontologia sive de ente in genere de
Jean Le Clerc publicada en 1692 y el filósofo alemán Christian Wolff la
populariza definiéndola como «ciencia del ente en general, en cuanto que ente».
Afirma que usa un método demostrativo o deductivo y analiza los predicados que
corresponden al ente en cuanto ente. Todos estos sentidos contribuyeron a
identificarla en la práctica con la metafísica.
LA FILOSOFIA LATINOAMERICANA
El término Filosofía
latinoamericana hace referencia a un proyecto filosófico que
propugna una contextualización de la filosofía europea en el ámbito
latinoamericano y no, como podría inferirse, al conjunto amplio de corrientes
filosóficas practicadas en los distintos países de América
Latina. En fin no
existe la filosofía latinoamericana Es el proyecto de una filosofía surgida
desde América Latina y enfocada en la reflexión sistemática sobre sus problemas
y situaciones propias. Conviene por ello realizar una distinción técnica
entre Filosofía en Latinoamérica y Filosofía latinoamericana
Hitoria
El nacimiento de la
primera vertiente, también llamada “americanismo filosófico”, puede rastrearse
hasta las primeras décadas del siglo XX en México, como fruto del ambiente
nacionalista que había generado la revolución mexicana. La revolución de 1910,
con su carácter nacionalista, antiimperialista y antioligárquico, promovió en
México una reflexión sobre el “ser” del hombre mexicano y latinoamericano, que
se tradujo en una serie de ensayos literarios con pretensiones filosóficas,
como por ejemplo La raza cósmica.
Misión de la raza Iberoamericana (1925) e Indología: una interpretación de la cultura
iberoamericana (1926), ambos escritos por José Vasconcelos Calderón. Pero es en el
libro de Samuel Ramos El perfil del hombre y la cultura en México (1934) donde
puede apreciarse una primera configuración del proyecto de una filosofía sobre
lo mexicano. También es importante la creación del Grupo Hiperión,
conformado por filósofos como Emilio Uranga, Jorge Portilla, Luis Villoro y Joaquín Sánchez McGregor.
De este grupo se destaca la obra de Uranga Análisis del ser mexicano (1952).
Partiendo entonces de
México, el americanismo filosófico generó
toda una serie de obras en todo el continente, cuya influencia se extendió
durante casi cuatro décadas (1930-1970) y de las que pueden destacarse las
siguientes: La seducción de la
barbarie. Análisis herético de un continente mestizo (1953) y América profunda (1962) del
argentino Rodolfo Kusch; América Bifronte. Ensayo de ontología y filosofía de la historia (1961)
del también argentino Alberto
Caturelli; Pueblo
continente (1937) del peruano Antenor Orrego; El problema de América (1959)
del venezolano Ernesto Maíz Vallenilla; El sentimiento de lo humano en América (1951)
del chileno Félix Schwartzmann; La invención de América. Investigación
acerca de la estructura histórica del nuevo mundo y del sentido de su devenir (1958)
del mexicano Edmundo O'Gorman y La filosofía de lo mexicano (1960)
de Abelardo Villegas. Todas
estas obras generaron un sonado debate en todo el continente acerca de la
existencia o no existencia de una filosofía originalmente latinoamericana, que
se reflejó en textos como Filosofía
argentina (1940) de Alejandro Korn; Sobre la filosofía en Iberoamérica (1940)
de Francisco Romero; ¿Hay una filosofía iberoamericana? (1948)
de Rizieri Frondizi; ¿Cuáles son los grandes temas de la
filosofía latinoamericana? (1958) de Victoria Caturla de Bru; El problema de la filosofía hispánica (1961)
de Eduardo Nicol; Filosofía
española en América (1967) de José Luis Abellán y La filosofía Iberoamericana (1968)
de Francisco Larroyo
Vertientes historicista
Esta segunda
ramificación se origina también en México y es impulsada inicialmente por la
influencia del filósofo español José Ortega y Gasset a través de su
discípulo José Gaos, quien llega a México a finales de los años treinta
como refugiado a causa de la guerra civil española. Adoptando las tesis
historicistas de su maestro, Gaos delinea el proyecto de reconstruir la
historia de las ideas como base para elaborar una Filosofía en lengua española, título de su importante libro
publicado en 1945. Pero no hay duda de que la gran figura del historicismo
latinoamericano es Leopoldo Zea, discípulo directo de Gaos, quien
propone y desarrolla una reflexión sistemática sobre la historia de las ideas
en el continente como presupuesto indispensable para la generación de un
filosofar propio. Desde su tesis El
positivismo en México (1943), pasando por América en la historia (1957), El pensamiento latinoamericano (1965)
y Dialéctica de la conciencia
americana (1976), hasta su original Filosofía de la historia americana (1978), Zea recorre un
camino que le convierte en el gran impulsor del proyecto de la filosofía
latinoameriana.
La obra pionera
de Leopoldo Zea tuvo repercusiones
continentales y contó con importantes continuadores, entre quienes habría que
destacar cuatro figuras principales: el uruguayo Arturo Ardao,
el peruano Francisco Miró Quesada Cantuarias y
los argentinos Arturo Andrés Roig y Horacio Cerutti Guldberg. El aporte de
estas figuras radica sobre todo en su reflexión metodológica sobre el problema
de la historia de las ideas. De Ardao se recuerda principalmente su seminal
ensayo Historia y evolución de
las ideas filosóficas en América Latina (1979), y de Miró Quesada
sus dos excelentes libros Despertar
y proyecto del filosofar latinoamericano (1974) y Proyecto y realización del filosofar
latinoamericano (1981). Arturo Andrés Roig ha desarrollado una
extraordinaria obra de reflexión sobre la historia de las ideas en sus
libros Teoría y crítica del
pensamiento latinoamericano (1981) y Rostro y filosofía en América Latina (1994). Por su parte,
Horacio Cerutti, conocido ya por sus críticas en la década del setenta al
proyecto de la filosofía de la liberación, ha publicado
importantes reflexiones sobre historia de las ideas: H
Vertiente liberalista
Mientras que las dos
vertientes anteriores nacen al extremo norte del continente, en México,
la filosofía de la liberación nace en el
extremo sur, en Argentina. Fue allí donde hacia comienzos de la década del
setenta empezó a surgir un movimiento filosófico que recogía las preocupaciones
articuladas por otros sectores de la intelectualidad latinoamericana como
la sociología de la dependencia y
la teología de la liberación. Antecedente
importante fue la publicación en 1968 del libro ¿Existe una filosofía de nuestra América? del
peruano Augusto Salazar Bondy, en el que se plantea que
la autenticidad de la filosofía latinoamericana vendrá como autoconciencia de
la situación de alienación y dependencia en la que se halla sumido el
continente.
Puede decirse que los
acontecimientos fundacionales de la filosofía de la liberación son el II
Congreso Nacional de filosofía realizado en la ciudad de Córdoba (1972) y la
publicación, en el mismo año, del libro Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana. Allí
aparecen las figuras iniciales del movimiento: Enrique Dussel, Mario Casalla, Carlos Cullen, Horacio Cerutti, Julio de Zan, Daniel Guillot, Juan Carlos Scannone y Oswaldo Ardiles. Filósofos
todos de distintas provenencias y orientaciones, pero que coincidían en la
necesidad de una filosofía comprometida con los procesos de emancipación
política, social y cultural de América Latina.
La persecución
desatada por la feroz dictadura militar en Argentina obligó a un éxodo masivo
de los filósofos de la liberación hacia mediados de la década del setenta. En
México se estableció el que llegaría a convertirse en la gran figura del
movimiento y con quien están asociados sus principales desarrollos
teóricos: Enrique Dussel. Allí escribe su libro
programático Filosofía de la Liberación (1973)
y desde allí inicia la continentalización del movimiento. En México se firma en
1975 la célebre "Declaración de Morelia" en la que convergen filósofos
pertenecientes a las tres vertientes consideradas en este artículo: Abelardo Villegas,
Leopoldo Zea, Francisco Miró Quesada, Arturo Andrés Roig y Enrique Dussel. La
incansable y prolífica obra de Dussel - de alcance sólo comparable a la de
Leopoldo Zea - hace de la filosofía de la liberación un movimiento conocido en
todo el mundo. Se recuerdan los diálogos emprendidos en la década del noventa
con filósofos de la talla de Karl-Otto Apel, Richard Rorty, Paul Ricoeur y Gianni Vattimo.
Entre las numerosas obras de Dussel habría que destacar: Filosofía ética latinoamericana (1973), Método para una filosofía de la liberación (1974), Introducción a la filosofía de la liberación (1977), 1492: el encubrimiento del otro. Hacia el
origen del mito de la modernidad (1992), Ética de la liberación en la edad de la
globalización y la exclusión (1998) y Política de la liberación (2008).
La filosofía de la
liberación ha encontrado eco en varios países. En Brasil hay
que destacar la obra de Hugo Assman, Roberto Gomes y Sirio López Velasco;
en Colombia la
de Jaime Rubio Angulo y Germán Marquínez Argote;
en Costa Rica ha
sido muy importante la contribución de Franz Hinkelammert, original pensador alemán
conocido por sus libros Crítica
de la razón utópica (1984), La fe de Abraham y el Edipo occidental (1990) y El grito del sujeto (1998); en
Bolivia se destacan los aportes de Juan José Bautista, discípulo de Dussel y
Hinkelammert. Una recepción importante ha encontrado la filosofía de la
liberación en Europa (Hans Schelkshorn) y
Estados Unidos (Eduardo Mendieta
y Linda Martin Alcoff), así como en el Grupo modernidad/colonialidad, del cual
Dussel forma part
LA EXISTENCIA DE DIOS SEGÚN LA FILOSOFIA
Demostraciones
de la existencia de Dios
Demostraciones lógicas –promovidas por la filosofía idealista– del
principal dogma de la religión: la fe en la existencia de Dios. Se conocen tres principales
demostraciones de la existencia de Dios. La demostración cosmológica (figura ya
en las obras de Platón y Aristóteles; en los tiempos nuevos la
defendían Leibniz y Wolff) consiste en que Dios existe
como causa primera de todas las cosas y fenómenos. Esta demostración se apoya
en la admisión anticientífica de la finitud del mundo en el tiempo y la
existencia de su causa inmaterial. La demostración teleológica (fue promovida
por Sócrates y Platón
y desarrollada posteriormente por los estoicos): en la naturaleza, todo está organizado de modo tan
racional que esto puede explicarse sólo admitiendo la existencia de un ser
razonable supranatural que pone en orden todos los fenómenos. Este argumento
fue refutado por la teoría evolucionista de Darwin, que hizo ver que racionalidad en la naturaleza viva
tiene causas naturales. San Agustín adelantó
la demostración ontológica, al afirmar que todos los hombres tienen el concepto
de Dios como ser perfecto. Pero el concepto no puede surgir si no existe en
realidad el ser perfecto. Por consiguiente, Dios existe. En la Edad Media, esta
demostración la defendía Anselmo de
Canterbury. La endeblez de la demostración ontológica, que identifica lo mental
con lo objetivamente real, es tan evidente que se pronunciaron contra ella no
sólo los filósofos materialistas, sino, también, muchos teólogos, por
ejemplo, Tomás de Aquino.
En las diversas doctrinas idealistas se admiten asimismo otras demostraciones
de la existencia de Dios: gnoseológica, psicológica, moral. La refutación de
las demostraciones de la existencia de Dios, en el marco del idealismo,
pertenece a Kant, el cual
afirmaba que Dios era un ser supraexperimental e inteligible, por lo que su
existencia es indemostrable. El análisis de las demostraciones de la existencia
de Dios muestra que todas ellas padecen de un error lógico (círculo en la demostración) y, en
última instancia se basan en la fe ciega.