martes, 9 de febrero de 2016

APRENDIZAJE DE LAS CIENCIAS NATURALES EN LA ESCUELA




APRENDIZAJE  DE LAS CIENCIAS NATURALES EN LA ESCUELA
A menudo nos preguntamos si los jóvenes de hoy en día tienen el interés suficiente en el estudio de las ciencias naturales, muchas veces creo que esto depende de la motivación que le imparte cada profesor a su asignatura. Los padres son responsables de la educación de sus hijos, pero algunas veces por ignorancia o por no ejercer su rol le dejan toda la carga al docente. El estudio de las ciencias naturales implica el estudio de nuestro mundo natural en su parte física y biológica, esto implica que nuestra asignatura realiza todo tipo de laboratorios en el campo para la comprobación de nuestras hipótesis de investigación.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a las ciencias naturales? ¿Qué es esa cosa que enseñamos en nuestras clases? Comenzamos con estas preguntas porque, aunque no sea explicita o seamos conscientes de ella. Esta propuesta didáctica lleva consigo una visión sobre su objeto de enseñanza que determina mucho de lo que sucede en una clase. La concepción de la ciencia impacta desde lo que el docente elige hacer, preguntar, explicar o incluso callar, hasta el tipo de actividades que se propone a los alumnos sobre el tipo de clima que se desarrollara en el aula.
Para explicar la mirada sobre las ciencias naturales que nos guía en nuestra propuesta pedagógica, vamos usar una moneda como analogía. Pregúntense por un momento: ¿Cuál es su característica notoria? Acertaron: tiene dos caras. Comencemos por la primera cara de la moneda. Cuando hablamos de ciencias naturales nos referimos al conjunto de conocimientos que la humanidad ha construido a lo largo de varios siglos y que nos permite explicar cómo funciona el mundo natural. Hablamos por ejemplo del concepto de fotosíntesis y también del mecanismo de selección natural, junto con el concepto de reacción química y el conocimiento sobre cómo se produce una bacteria. Estos conocimientos, no están dispersos, ni son ideas sueltas, sino que están fuertemente organizadas en marcos explicativos más amplios (teorías y leyes) que les dan sentido. Llamaremos a este cuerpo de saberes producto de la ciencia. Pero si vemos la ciencia solamente como un producto  estamos dejando a un lado la otra cara de la moneda. Porque las ciencias naturales son también un proceso unos modos de conocer la realidad a través de los cuales se genera ese producto- pensamos en la otra cara de los productos de la ciencia que mencionamos en el párrafo anterior ¿Cómo sabemos que una planta fábrica su propio alimento a partir de la luz del sol?: ¿Qué evidencia nos dice que el ambiente juega un papel fundamental en la evolución de los seres vivos?: ¿Cómo  podemos averiguar si dos sustancias se mescla, sin producir una reacción química?; ¿Cómo nos damos cuenta que la bacteria se está produciendo? En esta cara de la ciencia se tienen dos realidades la curiosidad y el pensamiento lógico, la búsqueda de evidencia, la contrastación empírica, la formulación de modelos teóricos y el debate de una comunidad que trabaja en conjunto para generar nuevo conocimiento. Y este modo de construir el conocimiento, también tiene un papel importante el contexto, dado a que la ciencia es una actividad humana, hecha por personas con dudas, pasiones e intereses que trabajan en instituciones enmarcadas en una sociedad y en un momento histórico.
Entender esta segunda cara de la moneda implica también, comprender el carácter social de la ciencia y su relación con otros aspectos de la cultura.
¿Por qué usamos la analogía de la moneda para explicar las ciencias naturales? En primer lugar, porque tiene dos caras. Pero también porque digas caras son inseparables. No existe una sin la otra. Y esa característica, como veremos, es fundamental a la hora de diseñar propuestas de enseñanza que sean coherentes con la imagen de ciencia que hemos propuesto.
Como dijimos en la presentación, la etapa de la escuela primaria es clave para colocar las piedras fundamentales del pensamiento científico.
En ese momento, se sientan las bases para lo que se conoce como alfabetización científica (Fourez, 1997). Este proceso, que culmina en la escuela secundaria, implica que los alumnos conozcan la naturaleza de la ciencia y los fundamentos de cómo se genera el conocimiento científico, y que aprendan no solo conceptos, sino competencia relacionada con el modo de hacer y pensar de la ciencia que les permitan participar como ciudadanos críticos y responsables en un mundo en que la ciencia y la tecnología juegan un rol fundamental.
Para concluir este trabajo de investigación permitió replantearme nuevas interrogantes, no sólo de la importancia que tiene para nuestros alumnos las ciencias naturales, sino el derecho a aprender, a que se les tenga en cuenta en sus inquietudes, se les respete en sus apreciaciones. Pero también en esta tarea de investigación descubro lo importante que es para nosotros, los educadores reflexionar sobre nuestra práctica cotidiana, sobre lo que día a día hacemos en las aulas, sobre lo que decimos que hacemos y lo que realmente hacemos, sobre la importancia de tener un sustento pedagógico en nuestras acciones educativas, sobre la necesidad de expresar nuestras deficiencias como docentes, cosa muy poco común en la acción cotidiana que impide recurrir a pedir “ayuda”, a aquellos que pueden brindárnosla.   


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